López Cuevillas los define como "ciertos recintos fortificados de forma oval o circular, provistos de uno o varios muros concéntricos, precedidos generalmente de su correspondiente foso y situados los más de ellos en la cima de oteros y montañas". Se extienden por toda Galicia, aunque su zona de influencia abarca aún más. Pueden encontrarse en la costa (pequeñas penínsulas), llanos, laderas y oteros.
La diferencia entre castro y citania no está muy clara. Para unos la citania es de mayores dimensiones y para otros el castro no está permanentemente habitado mientras que la citania sí. Las dimensiones varían desde 15 o 20 m. de diámetro hasta superar los 300 o 400 m. como es el caso del castro de S. Cibrao de Las. Su orientación intenta aprovechar mejor las horas de luz y proteger el interior de los vientos (el Nordés, en el área que nos ocupa), y no es esta de Norte a Sur como habitualmente se cree.
Un castro siempre se encuentra en lugares estratégicos, por una parte para una mejor defensa, por otra para poseer un mayor dominio visual y poder así vigilar grandes extensiones y mantener un buen contacto con los castros cercanos. Su construcción siempre se adapta al terreno. De su situación estratégica depende la eficacia de sus sistemas naturales de defensa. Estos pueden ser los grandes desniveles de una montaña, como es el ejemplo de los castros de Vilasanche, Croa de Fontá, Sedes... También se aprovechan, como fosos, cursos de ríos que discurren cerca de los muros y de los que además se obtiene agua, como es el caso del castro de Carreira. Pero la mejor forma de aprovechar el relieve es la de los castros costeros, que se sitúan en penínsulas, debiendo defender solo el istmo. En Ferrol encontramos un ejemplo, el castro de Lobadiz, en Narón el castro de Peña Lopesa, y en Valdoviño cuatro, los castros de Lavacerido, Frouxeira, Punta do Bico y el de Rodo.
El elemento defensivo más abundante es el terraplén acompañado de un foso. El primero puede alcanzar pendientes próximas o superiores a 20 m., por ejemplo el castro de Monte do Foro y el de Vilasanche. En ocasiones sobre este se encuentra un parapeto, - pequeño muro de piedra- tal es el caso del castro de Sedes. Lo más común es que se combine terraplén con foso en varias líneas concéntricas al castro. Por ejemplo, en el castro de Couto hay tres líneas al igual que en Tralocastro. El foso más abundante es el que se encuentra entre dos terraplenes. Así encontramos fosos en los castros de S. Pedro de Leixa, Lobadiz, Crecente, Rodo... Debido a que los fosos se han ido rellenando o se aprovechan en la construcción de caminos es necesario excavar para localizarlos.
El elemento defensivo más eficaz y duradero es la muralla. Se pueden encontrar varias de forma concéntrica, que rodean todo el perímetro del castro o que solo aparecen en los puntos más vulnerables. Se asientan sobre roca madre que puede estar modelada a modo de escalones o sobre la propia tierra. En nuestra comarca tenemos dos castros en los que se distinguen perfectamente murallas: Os Gafos y Papoi.
El acceso al castro se realiza por una simple interrupción de la línea defensiva, sin la existencia de "puertas" propiamente dichas. Las entradas se defienden con abultamientos en los extremos de los muros en donde posiblemente se ubicarían torreones, -como es el caso de los castros de Sedes, Os Castros y Crecente-, por superposición de líneas defensivas creando corredores fáciles de defender -como posiblemente sería en Lavacerido y Lobadiz- o con brazos de muro que rodean el acceso -como en Os Castros y Sedes-. Usualmente todas estas técnicas se combinaban. También encontramos casos en los que quizá se obligaba al atacante a usar el escudo con la mano derecha y la espada con la izquierda, como en el castro de Frouxeira.
Puede que no todos los castros estuvieran permanentemente habitados, siendo entonces refugios para casos de peligro. Así, quizá no en todos los castros haya restos de viviendas. La planta típica de estas es circular u ovalada, aunque en ocasiones es cuadrangular con las esquinas redondeadas o no (fruto de la influencia romana, para aprovechar mejor el espacio) o bien de forma irregular. En general, las viviendas son pequeñas.
Se han encontrado indicios de ventanas, no siendo el único vano el que corresponde a la puerta (probablemente de tablas). También se han hallado viviendas sin puerta aparente, con lo que se supone un acceso posiblemente en el techo y una función de almacén. Según Estrabón, en el interior había un banco circular adosado a la pared en el que se sentaban los gallaeci y se iban pasando la comida de unos a otros.
No existe planificación urbana y las viviendas se agrupan en racimos. Con la romanización parece iniciarse un orden en la disposición de estas en torno a una o varias calles principales. Hay restos de servicios públicos como fuentes y recintos mayores que las viviendas, quizá de carácter religioso.
En algunos castros aparecen unas construcciones de planta alargada llamadas "monumentos con horno". Existen varios posibles usos de esta construcción. Por una parte el de horno, dado que en el interior de la cámara semicircular se encontraron restos de fuego. Hay quienes sugieren que podría tener un fin ritual de incineración de cadáveres (aunque se duda que se alcanzase la temperatura suficiente y el orificio de la piedra "formosa" es demasiado pequeño para introducir los cuerpos). Por último se plantea la posibilidad de que sea una especie de sauna.