Se hallan relacionados con monumentos arqueológicos. Sus dueños son los seres míticos antes citados y generalmente también son sus fieles guardianes, a los que es necesario desencantar para poder acceder al tesoro. Estas leyendas tienen su origen real en los numerosos hallazgos de joyas prehistóricas. Los campesinos se han encargado de exagerar la cantidad y así surgieron todas las historias que han llegado hasta nuestros días. Estas son las que guardan una mayor verdad en nuestra mitología, teniendo más de hecho histórico que de superstición. En los castros asociados con tesoros, estas leyendas hacen referencia a dos "traves". Una es de oro, que hace rico a quien la encuentre y otra de alquitrán, azufre o veneno, que al ser encontrada provoca que arda una gran extensión a la redonda.
Así, en nuestra comarca, estas leyendas hacen referencia a grandes cantidades de oro (Castrillón, Carreira), figuras de animales del preciado metal (Rodo, Lagoa), carros llenos de riquezas hasta los topes (Vidueiros), baúles o arcas (Revolta, Ermida), etc. Para protegerlos, los "mouros" dejaron encantamientos que duermen a la gente (Vidueiros), arcas llenas de alquitrán, azufre u otro veneno (Ermida). Además de sortear dichas dificultades, el buscador de tesoros debe guardar ciertas formalidades para poder conseguirlo, tales como usar cuernos o patas de cabra (Vidueiros).
Al hablar de este tema es obligatorio hacer referencia al "Libro de S. Ciprián" o "Ciprianillo", obra que cita hasta 147 tesoros repartidos por toda Galicia, lo que motivó que numerosos campesinos se lanzasen por estos tesoros, sobre todo a partir de 1606, cuando D. Pedro Vázquez de Orxás obtuvo el derecho de excavar las mámoas para obtener sus riquezas. Esta es la causa por la que desaparecieron gran parte de estos monumentos y con ellos valiosos datos históricos de cara a un mejor conocimiento de la prehistoria.