El arroyo de Filgueira discurre a pocas decenas de metros del castro y posibilita la obtención de agua. Asimismo, en el fondo del valle se encuentra un río mayor, el arroyo de S. Vicente. A menos de 2 kilómetros se encuentra la playa de Campelo.
... el lugar era escondite de los mouros y que había mucho oro y tesoros en la zona, conocida desde tiempo inmemorial como croa y castro. Con respecto a la forma actual, dicen que tenía unos tres metros más de altura, con gran cantidad de piedras asentadas con tierra, adquiriendo grandes dimensiones con apariencia circular, como un volcán.
Hay quien recuerda haber encontrado en su niñez unas monedas amarillas, mientras que otra persona hace referencia a una caja redonda de madera fina, con tapa, conteniendo unos polvos que olían muy bien, y que apareció en un hueco de tierra en el talud del antecastro. Precisamente, ese ribazo era recordado sin inclinación en los años 50, hecho de piedra y tierra.
Los recuerdos de la excavación que rebajó la altura del castro han quedado en la memoria de las gentes por el volumen de la misma (tanto que casi llega a haber denuncias por el deterioro de la carretera, a causa del tránsito de los camiones) y por la especulación de si se excavó en el medio en busca de algo.
Y, como uso quizás llamativo que tuvo el castro antes de convertirse en una zona de plantación de árboles o de pasto, está la imagen del mismo como lugar para hacer señales en la guerra.
El allanado de los años 70 es, sin duda, lo que más ha modificado la apariencia del castro. No obstante, la parte restante fue objeto de otra intervención en los 90 y, a tenor de lo que se aprecia por la división parcelaria y las fotos aéreas antiguas, el talud del antecastro también se perdió a partir de un determinado punto.
Podría especularse sobre si llegó a haber una estructura aterrazada alrededor del antecastro, aunque aparentemente sin estructura defensiva.