En el otoño de 1988, durante una excursión por
los montes de Ferrol, unos huecos en una piedra llamaron la
atención de un grupo de amigos, estudiantes de 3º
de BUP, entre los que nos encontrábamos. La curiosidad por
averiguar qué eran aquellas marcas nos hizo comentar el
hallazgo con familiares y amigos, descartándose finalmente
un origen antiguo, pero llevándonos el debate a escuchar que
en un lugar de Valdoviño había los restos de un
castro.
En la primera visita que hicimos a Castrillón ya pudimos ver
que aquella forma ovalada, las elevaciones del terreno, los
terraplenes, la elevada cantidad de piedras, el propio nombre y las
historias que nos contaron los vecinos del lugar, apoyaban con fuerza
la hipótesis de estar ante un yacimiento
arqueológico relevante. Fueron las referencias a otros
lugares, también identificados como "dos mouros", los que de
forma casi inmediata hicieron que nos percatásemos de la
gran cantidad de yacimientos que podían existir,
así como del estado de abandono o destrucción en
el que probablemente también se encontrarían.
Nuestro trabajo se centró en recabar información
de profesores, parientes y amigos, visitar lugares con nombres como
castro o croa, hablar con los lugareños (de nuestras
experiencias más gratas y enriquecedoras), consultar mapas
topográficos tratando de intuir dónde se
ubicarían los castros (inicialmente aplicamos una
teoría de "equidistancias" que, aunque sin base
científica, nos permitió dar con yacimientos que
no localizamos en la toponimia) y anotar todos los datos.
En aquellos momentos pensábamos que éramos
pioneros en la catalogación de los castros de la comarca
pero, como pronto descubriríamos, ya había otro
trabajo hecho con anterioridad. En una de las visitas a los tres
ayuntamientos objeto del estudio, en concreto a la Casa de Cultura de
Narón, tuvimos la suerte de tropezarnos con el
arqueólogo Andrés Pena y uno de sus
colaboradores. Además de una agradable tarde, donde nos
dieron muy buenas orientaciones y mucho ánimo, nos mostraron
un libro del Ateneo Ferrolán con una catalogación
que, además de los ayuntamientos de Ferrol, Narón
y Valdoviño, se extendía al otro lado de la
ría. Lo que en principio fue una decepción para
nosotros, que pensábamos que nuestro esfuerzo
había sido en vano, se tornó nuevamente en
ilusión al ver que teníamos referenciado
algún castro no catalogado (Carreira, Lago y Sto.
Tomás) y, en otros, podíamos aportar
algún dato nuevo (o había diferencias en algunos
valores).
Siendo nuestro objetivo principal la divulgación de la
información que habíamos obtenido en campo,
así como llamar la atención sobre el patrimonio
que nos rodeaba y que no era muy conocido, nos planteamos publicar un
artículo en La Voz de Galicia. El castro sobre el que
decidimos hablar fue, paradójicamente, el de Os Gafos,
cuyos restos iban a causar polémica sobre su origen castrexo
o no castrexo pero, al fin y al cabo, suscitar el debate sobre los
castros era lo que perseguíamos.
Tuvimos que esperar hasta 1996 para que nuestro deseo de compartir de
forma abierta todos los datos que teníamos se llevase a
cabo. Fue cuando colgamos una primera versión del
catálogo en Internet.
En esta nueva versión pretendemos incorporar algunos datos
que faltaban inicialmente, actualizar el estado de algunos yacimientos
(que, como era de esperar, ha ido a peor) así como
publicar fotografías que creemos de interés.
Naturalmente, cualquier dato que el visitante de estas
páginas quiera aportar será bienvenido, siendo
especialmente importantes las historias que la gente mayor pueda contar
sobre estos castros. A esa gente, a veces tan olvidada como los propios castros, queremos dedicar este
trabajo.
Para todos los que pudieran estar interesados en hacer una catalogación de castros de algún lugar de su interés, queremos dar una serie de ideas y recomendaciones:
Afortunadamente, ahora es accesible para cualquiera la información cartográfica en formato digital (mapas topográficos, referencias catastrales, fotografías aéreas, modelos digitales del terreno, etc). Estas fuentes de información resultan esenciales, pero conviene no olvidar, como ya decíamos hace años, que las fuentes orales de tradición están en serio peligro y deberíamos, todos, ayudar a recopilarlas si no queremos que se pierdan para siempre.
Hemos adaptado la página, en esta versión 25 aniversario, a la navegación desde dispositivos móviles, tratando de favorecer que quien consulte estos datos lo haga (o pueda hacerlo) mientras se mueve por la zona, habla con los vecinos y disfruta de esta enorme riqueza que, a pesar de los muchos daños sufridos desde los 70, aún tenemos.